El corazón del océano: una joya legendaria que prometió la riqueza de príncipes, la vida eterna y dominio sobre las mismas olas. Su ubicación es un misterio perdido en el tiempo. Hasta ahora...
Había indicaciones de un mapa antiguo. Probado desde el puño de un peregrino por algún español de ojos salvajes, borrachera de sangre y varias botellas de ron barato. No podía dejar de hablar, pobre tonto, divulgando las noticias de su buena fortuna a cada borracho y marinero al lado del muelle. Y, bueno... conoces el dicho: nunca sabes quién está escuchando...
Mi hermana y yo subimos a bordo de su barco esa noche: trepamos por la cadena del timón y hasta su cabina. Hay mucho que puedes hacerle a un hombre para que entregue sus secretos. Y para el momento en el que habló, ya había hecho la mitad. Pero fue Nerina quien se ocupó de quebrarlo, con una promesa de misericordia si él entregaba los bienes.
La muerte fue la única liberación en oferta. Con el flash de una pistola, ella lo mandó a sangrar al suelo, maldiciendo su nombre con el aliento de la muerte. Mientras la luz de la lámpara bailaba sobre el charco negro en el suelo, podía ver las llamas de perdición que cruzaban sus ojos.
Mientras navegamos fuera del puerto, sabía que vería ese fuego otra vez. Los secretos no pueden mantenerse mucho tiempo, y con la promesa de riquezas seguramente habría humo en el horizonte. Cada canalla y lobo de mar desde aquí hasta el continente podría venir a olfatear por un mordisco de la manzana. Una carrera por el oro y gloria siempre se convertirán en una lucha por la supervivencia, y si el mapa termina siendo cierto, estaremos navegando justo a la boca del abismo mismo.
Lo puedo ver allí, ahora, que se eleva al borde del vasto horizonte. No hay vuelta atrás: solo los flashes de los relámpagos entre las nubes hacia adelante, o el tronar de los cañones al despertar. Hasta hora, la mitad de la tripulación yace rota y destruida, su sangre corre por el muelle con cada arfada del mar.
Hemos pagado un precio alto, pero aún queda una cuota por pagar. Pues el diablo tiene hambre, y el Viejo Arañazo debe apaciguarse. Adiós, querida hermana, te encomiendo un largo viajo a las profundidades. Después de todo, el infierno solo puede tener un maestro...
Puedo escucharla gritar mi nombre sobre el repicar de las olas. Y juro esto, a todos los dioses del cielo y los demonios del infierno: nos recordarán a ambos. Tu noble sacrificio no será en vano.
La forma monstruosa aparece en la tempestad. Se eleva como el Leviatán bibllíco. Su rugido ensordecedor se ahoga incluso en la furia de la tormenta.
Ven entonces, demonio de las profundidades, guía mi alma oscura hacia mi recompensa infernal...